En el pintoresco y a veces tumultuoso mundo del idioma francés, la letra H se distingue de forma curiosa: es a la vez noble y discreta, lo que se llama la H muda, también puede ser imponente y rebelde, siendo una H aspirada. Pero ¿por qué son dos en realidad y cómo distinguirlas?
Para diferenciar a estos dos hermanos aparentemente gemelos, la operación es sutil, ¡hay que admitirlo! La "h muda", fiel a su naturaleza discreta, no se expresa oralmente. Se desliza en silencio en palabras de origen latino o griego, como un fantasma lingüístico. Así, en la palabra heure (hora), se funde en la unión, dejando brillar la vocal precedente. Por el contrario, la H aspirada se hace notar desde el primer aliento. Se impone con fuerza en palabras de origen germánico, un préstamos reciente. Piensa en hache (hacha), honte (vergüenza) o hauteur (altura), tomando la delantera en la pronunciación, afirmándose y no dejando pasar nada, ¡ni unión ni apóstrofe! ¿Pero de dónde viene esto?
Retrocedamos en el tiempo... estamos en la época del Imperio Romano, durante la cual el latín domina.
La H latina, ya en esa época, es muda, desapareciendo lentamente de la pronunciación. Sin embargo, a causa del mestizaje lingüístico y a la influencia de los pueblos germánicos, como los francos en particular, que darán su nombre al futuro idioma francés, esta "H" pronunciada surge y la
letra H vuelve a estar de moda a través de palabras germánicas latinizadas como helm que se convierte en heaume (un yelmo), o huls que se convierte en houx (acebo).
Estas dos letras, aunque relacionadas, desempeñan roles muy diferentes en la sinfonía del francés. La H muda, discreta pero omnipresente, moldea las uniones y elisiones, tejiendo la fluidez de nuestro idioma hablado. La H aspirada, por su parte, es la guardiana de la pronunciación, preservando una identidad sonora en las palabras de origen extranjero.
La H muda y la H aspirada continúan su duelo hasta el día de hoy. Los puristas defienden fervientemente el uso correcto de la H aspirada, mientras que los pragmáticos insisten en la facilidad de unión ofrecida por la H muda. Pero hay que admitir que la H muda gana terreno, por ejemplo
escuchamos cada vez más la unión en palabras como un hamburger, des hamburgers… ¡Qué horroooooor, mis oídos de profe de francés empiezan a sangrar!
Ya sea que seas un amante de la tradición lingüística o un ferviente defensor del cambio de ortografía, la lucha de las H ofrece un espectáculo lingüístico cautivador. Entonces, ya sea que pronuncies con vigor o suavidad, no olvides saborear cada letra, porque en cada palabra reside un pedazo de historia e incluso diría, un destello de poesía.
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